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Lobería de Cobquecura

Santuario de la naturaleza

Está conformada por cuatro formaciones rocosas que emergen del mar aproximadamente a unos 50 metros de la orilla de la playa.

Fue declarada Santuario de la Naturaleza por Decreto del Ministerio de Educación el 1 de Septiembre de 1992 y se encuentra ubicada en la comuna del mismo nombre con una extensión de 5 kilómetros de norte a sur por el borde costero y un ancho de 500 metros desde la orilla de la playa hacia el oeste.

La motivación principal para favorecer su protección se debe a que dichos roqueríos albergan una población de no menos de 2000 ejemplares de la especie Lobo marino de un pelo (Otaria flavescens).

Un mal recuerdo son los veranos que eran testigos de la matanza de lobitos o “popis” por parte de intereses económicos que año tras año obtenían la autorización legal para sacrificar a garrotazos a las mencionadas crías para extraerles su fina piel. Para ello accedían a los roqueríos mediante la instalación de cables de acero que desde la playa se trasladaba a los cazadores. De ahí nace la perentoria necesidad de protegerlos legalmente y así lograr que dicha especie perdurara en el tiempo.

Los roqueríos mencionados pueden considerarse un habitat de diversas especies de la fauna existente en el litoral de nuestra provincia y que interactúan en forma natural desde tiempos remotos con los Lobos marinos.

Destacamos a aquellas que están estrechamente ligadas a los dueños de casa y que cumplen una labor no precisamente agradable pero muy importante cómo lo son dos especies de aves rapaces de hábitos de alimentación carroñera cómo el caso de el Jote ( Coragyps atratus) y el Gallinazo (Cathartes aura), quienes literalmente se alimentan de los restos orgánicos y cadáveres de Lobos marinos en dicho sector cómo también en toda la longitud del litoral de Ñuble.

Esto sucede especialmente durante la época de parición de las hembras de dicha especie de Lobo marino que ocurre entre los meses de enero y febrero de cada año en que se desechan restos de placentas cómo también la muerte de algunas crías que no son capaces de resistir un ambiente rocoso de por sí inhóspito y el fuerte oleaje que se provoca en los roqueríos donde ocurren los nacimientos de ellos.

Tal situación que es natural en la vida silvestre causa un impacto emocional entre los visitantes que se ven muchas veces incapaces de torcer el destino trágico de los más débiles.

Otra especie de ave a considerar que anda detrás de restos orgánicos menores y que se encuentra en la Lobería es la Gaviota dominicana (Larus dominicanus) quien con su oportunismo natural se da maña para alimentarse en el mismo ambiente.

Estos antecedentes que se entregan son precisamente para comprender que la designación de santuarios no es meramente para considerar en forma especial a las rocas de una playa sino lo que significa un ambiente natural que bulle de vida silvestre a alcance de nuestros ojos.

Sin lugar a dudas se justifica entonces la protección de dicho lugar, el cual con los años se ha consolidado cómo un atractivo turístico de la ciudad de Cobquecura que atrae no sólo al vacacionista tradicional sino que además a quien quiera observar la naturaleza a corta distancia.